Sólo cien lectores, pero lectores. Apuntes para un plan de negocio para periodistas y escritores (I)

Sólo cien lectores, pero lectores. Apuntes para un plan de negocio para periodistas y escritores (I)


El otro día me preguntaron por cuál era mi modelo de negocio y no me lo pude ni inventar, porque simplemente no tengo. Ni como periodista, ni como bloguera ni como escritora. Así que empecé a buscar en Internet, pero en español son dos palabras divorciadas: letras+dinero. Busqué en inglés y hasta se autocompletaba en la barra de Google. Y me topé con el plan para escritor freelance de Emma Larkins, que lo tiene muy claro: «comenzar una carrera de escritor es como comenzar cualquier otro negocio».

En Europa, especialmente en España, la idea que existe sobre el escritor o el periodista es la misma desde hace cien años: un tipo solitario (más hombre que mujer), fumador (a ser posible con voz poco clara), bebedor, ya sea de café o de whisky o lo que toque, y pobre, sí, pobre como una rata, dispuesto a cualquier cosa por un plato que comer o por unas cervezas que beber.

Y los tiempos cambian, pero la imagen memética perdura, incluso en la cabeza del propio escritor o periodista. Y, en ocasiones, son los propios profesionales los que contribuyen a mantener un concepto trasnochado de la literatura y del periodismo, que hace que, efectivamente, el periodista y el escritor, en general, no tengan ni un céntimo para vivir.

En el siglo XXI, y con las nuevas tecnologías ávidas de contenidos, quizás sea tiempo ya de construir una nueva forma de entender la profesión.

Una visión que cuide la calidad del producto, el consumidor del mismo y, por supuesto, la rentabilidad económica del ejercicio de la profesión.

Y quizás sea tiempo de pensar que lo importante no es contar con millones de lectores. Según el filósofo Jean-François Revel:

“Tener numerosos lectores no significa que uno sea realmente comprendido ni que consiga influir sobre la realidad”

A esto se puede añadir, que tener un gran número de lectores tampoco es condición sine qua non para hacer que un negocio sea rentable, puesto que más vale contar con cien lectores, que con mil, siempre que esos cien estén dispuestos a pagar por tu trabajo.

El escritor, aunque sea de letras, puede hacer cuentas: cien lectores dispuestos a pagar diez euros al mes por tu trabajo, resultan 1.000 euros al mes.

Mileurismo, sí, pero digno.

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