Crónica de historia inmediata. De la primavera árabe al invierno musulmán (Plaza Tahrir-El Cairo)


El 25 de enero de 2011 comenzó la última revolución de Egipto. En la plaza Tahrir (Liberación en español, llamada así desde 1952 cuando Nasser llegó al poder convirtiendo al país en república tras la monarquía de Faruk) se congregaron miles de personas pidiendo el final de Mubarak, el militar que controlaba el país desde 1981.

De esta forma, Egipto se sumaba a la llamada primavera árabe iniciada en Túnez y que se ha propagado por Libia, Siria, Yemen y otros países.

Y Mubarak cayó. Y llegaron las elecciones libres y democráticas al Congreso y ganaron los Hermanos Musulmanes con el partido Libertad y Justicia consiguieron el 36% de los votos (ocho millones) y los extremistas salafistas del partido Al Nur, el 24%.

En la plaza Tahrir, en este mes de enero de 2012 siguen algunos revolucionarios acampados que recuerdan los más de 800 muertos que ha costado esta revolución. Muchos locales se acercan a charlar y muy pocos visitantes extranjeros (el turismo ha caído desde la revolución en un 70 por ciento según las empresas turísticas) a curiosear y saber algo más de todo esto.

Muchos están preocupados. Los Hermanos Musulmanes, organizados como partido desde 1928, no son precisamente lo que los liberales y progresistas querían como resultado tras la revolución. Sin embargo, este partido bien organizado y que tuvo que soportar la persecución de Mubarak tiene un amplio seguimiento. Un taxista comenta que «son buena gente y que han ayudado mucho a los pobres». Sin embargo, un universitario alerta sobre lo que puede llegar a ocurrir con un partido que cree en  la Ley islámica y que supone sacar la religión del ámbito privado al público, mediante el que comiencen a prohibirse el afeitado de las barbas, la venta de alcohol (con las consecuencias que puede tener para el turismo, que supone el 40% del PIB) y que toquen con hiyab las esculturas femeninas.

Otros más optimistas confían en que en las presidenciales, que se celebrarán en abril de 2012, el rumbo del país cambie y que los partidos con menos tiempo de prepararse a elecciones queden mejor posicionados. Pero muchos, ya sólo piensan en marcharse de un país que vive un invierno sin turistas y con muchas incertidumbres.

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